domingo, 13 de septiembre de 2009

La Sisterna

Hoy, fui a casa de un amigo, hubo un par de chelas, un toque y videos de youtube. Me habían invitado a esa “pedita” desde hace un par de días, yo no sabia si ir porque no había tantas monedas en la bolsa pero decidí ir. En ese lugar estaría un chico, un sujeto al que conocí hace un poco mas de uno o dos meses en otra pedita, me cae bien es buena onda y compartimos algo no tan secreto, los dos nos estamos quedando pelones.

Resulta que ese sujeto llevo a su hermana. No quiero caer en los clásicos vagos naquetes que siempre que ven a una hermana piden que se las presenten ¿para que? ¿Acaso creen que teniendo la aprobación del hermano obtendrán algo con la chica? Y sí es así ¿Qué quieren obtener? una relación amorosa? Sexo? encontrar al amor de su vida? No lo sé, cada quien sus gustos, yo simplemente me limito a hacer la observación que la hermana de ese sujeto estaba en la casa de la reunión.

Yo no sabia que la había llevado, lo sospechaba. O más bien deseaba que la llevara, deseaba que la hermana estuviese ahí ¿Por qué? ¿Para que? No lo sé, y no lo sabria hasta el momento en que cruce el umbral de esa puerta. Antes de llegar ahí escuche risas, eran las risas de las personas que supuse estarían ahí, eran las risas de todos ellos. Se reían por alguna situación chistosa que veían en una laptop en la Internet.

Y entonces la vi, a ella, a sus ojos, a su sonrisa, esa sonrisa que era grande y expresaba una gran alegría de vida, una gran chispa. Posiblemente lo que veían no era tan gracioso pero ella, con su sonrisa hacia que todo ello tuviera gracia, o por lo menos sentido. Entre a la habitación, no quise saludar porque al llegar a saludarla me pondría nervioso, y así paso. Por azahares del destino y porque el manual de los modales de Carreño lo indica tuve que saludar a todos, uno a uno. Siempre he tenido la idea de que lo mejor va al final, por eso la salude al último.

La conocí unos meses atrás, en otra peda, en casa de otra amiga. Llegó con su hermano unos minutos después de que yo llegue, los conocí a los dos al mismo tiempo. Antes que llegaran una voz había anunciado “es él con su hermana, está guapa su hermana”. Por mi parte no puse atención al comentario, mi interés estaba centrado en él, las platicas al respecto de él y su buenaondez hacían que mis ganas de conocerlo fueran en aumento.

Cuando bajaron por esas escaleras, saludaron. Por fin llegó mi turno de saludarlos, nos presentaron mutuamente y me presentaron a su hermana. Estaba oscuro, la luz yacía apagada desde hace un tiempo. ¿Guapa? Si, nada que salga de lo normal, nada que no hubiera visto en algún vagón del metro o en algún microbus. Pero llegó el momento de prender la luz y en ese momento vi su mirada, una mirada profunda, expresiva, dirigida (lamentablemente no era hacia donde estaba yo), decidida.

Inmediatamente me puse nervioso, me dieron ganas de hacerle la plática, acercarme y decir cualquier pendejada con tal de tener su atención, o más bien su mirada atenta en mí; obviamente puede ser por un egocentrismo natural, pero no, está vez era por aquel sentimiento que solo se ha presentado pocas veces en mi cuerpo, nervios. Nervios de que la pendejada que dijera fuera tan estupida que, para ella, la hermana, el estupido seria yo. Nervios de decir alguna guarrada de las que me caracterizan y cayera de su gracia.

Un tiempo después hubo una fiesta, yo estaba afuera platicando con un amigo cuando de repente volteo y la veo venir, suficientemente cerca para reconocer a alguien pero lo suficientemente lejos para no saber quien es. Mientras procesaba la información en mi cerebro ella me vio, me reconoció, o así pareció ser, y me saludo con una indiferencia tal que un sentimiento de tristeza acompañado por frustración me lleno todo mí ser.

Decidí ignorarla. Y eso intente hacer, ignorarla en todo momento, hacerla indiferente ante mi. Si Newton tenia razón con eso de que a toda acción corresponde una reacción en sentido inverso, si ella me ignoraba yo la ignoraría, no seria la primera vez que ignoro a una chica guapa por cotizada. Pero no pude; sentirla pasar cerca, verla ir y venir de lejos me ponía nervioso o mejor dicho ansioso. Por fin, el destino con todos sus caminos nos cruzo de frente en la fiesta, cruzamos dos tres palabras que no llevaron a nada y así como llegamos nos separamos.

Así fueron las primeras veces que la vi, está seria la tercera vez que la veo y la tercera vez que me pongo nervioso, que se me acaban las palabras y que se me agita el corazón. Después de cruzar el umbral de la puerta y saludar a todos supe que es lo que quería con ella, quería conocerla más, quería conocerla sin nadie más, sin nada mas, quería que sus ojos me dedicaran un segundo, o dos, o tres. Aunque esa mirada sea de enojo no importa, porque sé que tendría su magia, su esencia, su ser.

Habló, dijo algo, en realidad no recuerdo exactamente que era pero tenia inteligencia, tenia coherencia y cordura; esta vez no era mi zona visceral interpretando lo que ella decía, en realidad eran palabras firmes. Palabras que no venían de una guapa de microbus o del metro, venían de ella, solo podían venir de ella y de su boca. Una boca que no me he detenido a observar por miedo a ser sorprendido mientras lo hago y encontrarme con una cara de imbecil, de aquellas que hasta la baba se cae, o eso dicen.

Esa reunión acabó, nos despedimos, todos con gran indiferencia y gusto por habernos visto, llegue a mi casa, encendí la computadora, abrí el procesador de texto, escribí estas palabras y me prometí a mi mismo enseñárselas algún día, al fin de cuentas a todos nos gusta que nos den un piropo.


2 comentarios:

  1. aaah las hermanas son todo un caso... tienen ese agregado atrayente extra de ser "la hermana de..." vaya que lo sé, ah por cierto sirve que anuncio mi nuevo movimiento social:
    H.C.G.E.H.M.P.P.P.
    Hermanos de Chicas Guapas que Estamos Hasta la Madre del Presenta, Presta, Pasa.

    Gabriel y yo somos los primeros miembros por las bellas Abril Y Zaira.

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  2. chale, me uno al movimiento, donde firmo?

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